Crónica de un rechazo anunciado

Crónica de un rechazo anunciado

Como mamá de un niño con necesidades especiales una siempre busca la manera de ayudarlo a “encajar”, no porque no quiera que mi hijo sea diferente, sino porque la sociedad exige que sea como todos los demás. Los papás, los doctores, las escuelas, todos quieren que mi hijo se comporte de una manera que no es natural para él y que requiere de gran esfuerzo y sacrificio. Y ¿por que mi hijo de 7 años tiene que esforzarse 300% mas que los demás para encajar en un sistema educativo y social que quizás no sea el correcto?
Nos mudamos a la Ciudad de México pensando que por ser la capital, habría escuelas de gran nivel con programas de inclusión. Nos topamos con la gran sorpresa de que 21 escuelas ubicadas en el pedregal y Santa Fe nos rechazaron porque o no tenían espacio para niños con necesidades especiales, o no tenían intención de ser inclusivas porque “no va con su sistema”, y no les interesaba lidiar con este “problema”. Obtuvimos respuestas de escuelas que se dicen ser inclusivas desde “no podemos tener niños con maestra sombra porque aunque ustedes les pagan, también usan nuestro estacionamiento y se toman nuestro café, entonces representa gasto para nosotros” hasta “no tenemos espacio para niños con necesidades especiales” sin preguntar siquiera en qué año entraría mi hijo. Cuando cualquier persona recibe tanto rechazo, es inevitable empezar a dudar de tu capacidad como padre, de si estás haciendo lo correcto, de si tu hijo tiene o no la capacidad que tu le ves y eso va destruyendo habilidades en ti que tanto trabajo te ha costado desarrollar desde que recibiste el diagnóstico. En México no recibimos ningún tipo de apoyo, y no me refiero a lo económico. Existe una ley de protección para personas con autismo que claramente no se está supervisando porque en nuestro caso mi hijo está siendo discriminado. Se habla de que la suprema corte de justicia de la nación dictaminó que todos los niños con autismo y otras discapacidades deben de ser admitidos en cualquier escuela, y ¿como van a lograr eso? El problema no son las leyes, el problema es que se lleven a cabo. El problema es que la educación en nuestro país está siendo ignorada y no estamos formando profesionales lo suficientemente preparados para estar a cargo del futuro de nuestro país. El problema es que todo lo vemos como un negocio cuando la educación es lo que va a cambiar el mundo. El problema es que vivimos en ignorancia, y no queremos salir de ella. La inclusión va mucho más allá de ayudar a un niño con capacidades diferentes, la inclusión cambia completamente la experiencia de desarrollo de todos los que lo rodean. La inclusión forma a personas que aprenden que todos somos diferentes y que las diferencias no se toleran, las diferencias se aceptan y se respetan.Forma a personas que buscan ayudar al que está junto a ellos si lo necesitan, forma a personas que identifican sus propias fortalezas y debilidades entendiendo que todos las tenemos. La inclusión te hace valorar todo lo bueno que te pueden enseñar los que te rodean. La inclusión no se enseña, la inclusión se vive. Mi hijo tiene los mismos derechos que todos los niños en este país. Tiene derecho a recibir una educación de calidad, tiene derecho a recibir la atención terapéutica y médica que sea necesaria y más importante, tiene derecho a ser feliz. Como mamá de un niño con discapacidad, te enfrentas con muchos retos y obstáculos todos los días, situaciones que seguramente no sabes cómo enfrentar y tienes que solucionar de alguna manera porque no hay quien te guíe. Yo, en lo personal, acepto a mi hijo tal cual es y lo acepto con todos sus retos y sus habilidades. Pero luchar para que mi hijo, que es un niño noble, inteligente, cariñoso y muy simpático, pueda estudiar, no debería de ser una batalla que tenga que enfrentar ningún padre en nuestro país. Hay que hacer las cosas mejor México, nuestros niños son el futuro de nuestro país y no estamos haciendo lo suficiente por ellos.